Antonio Ortiz-Mena on the future of U.S.-Mexico relations

TAMAÑO Y DISTANCIA SON DESTINO: El futuro de las relaciones económicas entre México y Estados Unidos

Por Antonio Ortiz-Mena L. N.

Relación de hechos

La geografía es destino, y el destino económico de México está ineludiblemente atado al de Estados Unidos. Al menos desde el porfiriato se ha buscado diversificar las relaciones económicas internacionales del país, pero el poder de la geografía y el mercado es mayor que el de la voluntad política (ver la Gráfica 1).

 

 

 

La relación comercial con Estados Unidos ha sido un factor perenne de nuestra política económica exterior, pero su naturaleza se ha venido transformando en el último cuarto de siglo.2 Tradicionalmente, el grueso de nuestras exportaciones se dirigen al mercado estadounidense, pero el comercio exterior es cada vez más importante para la economía mexicana: el coeficiente de apertura comercial pasó de 27% en 19803 a 67% en 2015.4

Lo anterior está ligado a la creciente importancia de la inversión extranjera directa. En 1993, justo antes de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), fue de 4 mil 388 millones de dólares5 y en 2015, de 28 mil 382 millones de dólares.6 Estados Unidos se mantiene como el principal inversionista del país. Los crecientes flujos de comercio e inversión han llevado, a su vez, a incrementos del comercio intraindustrial e intraempresa. Una manera de apreciar esto último es midiendo el valor agregado en un país e incorporado en las exportaciones del otro (ver la Gráfica 2).

 

 

 

Los países de América del Norte no solo comercian entre sí e invierten en la región, sino que producen de manera conjunta, y lo más probable es que esta tendencia se acentúe en las décadas por venir. Según estimaciones de PricewaterhouseCoopers, México será la sexta economía mundial en 2050, solo detrás de las de China, India, Estados Unidos, Indonesia y Brasil, pero superando a las de países como Japón, Rusia, Alemania, Reino Unido y Francia. De acuerdo con estas proyecciones, la economía canadiense ocupará el décimo noveno lugar.7

En forma paralela, la economía global se está transformando de manera radical. McKinsey identifica un conjunto de factores que están modificando los modelos de negocio, la economía internacional y la vida cotidiana, a saber: el internet móvil; la automatización del trabajo intelectual; el internet de las cosas; la información en la “nube”; la robótica avanzada; los vehículos autónomos y semiautónomos; la genómica; los sistemas de almacenamiento de energía; la manufactura aditiva; los materiales avanzados; la tecnología de punta para la exploración de gas y petróleo y para la recuperación de combustibles y las energías renovables.8 La interacción de estos 12 factores dará como resultado una economía radicalmente distinta de la que conocemos en la actualidad.

Por el creciente volumen del comercio tradicional, del intraindustrial y del intraempresa, el auge de la producción compartida y el radical cambio tecnológico en marcha, así como por las perspectivas de la economía mexicana a mediano y largo plazos, la relación económica entre Estados Unidos y México será cada vez más relevante para el futuro de los dos países, aunque numerosos actores en aquel país no parecen percatarse de ello (ver la Gráfica 3).

 

 

 

Al menos seis millones de empleos en Estados Unidos están relacionados con su comercio bilateral con México.9 En cuanto a inversión, México es el principal inversionista latinoamericano en Estados Unidos, y en prácticamente todos los estados de la Unión Americana, están asentadas empresas mexicanas que en conjunto generan, al menos, 80 mil empleos directos.10

 

Los retos

 

La integración económica entre México y Estados Unidos es cada vez más profunda, y por ende el costo de oportunidad derivado de barreras a la interacción económica es cada vez mayor. Aunque la economía de Canadá será menor que la de México, desde la perspectiva de la producción compartida y la dotación de recursos (humanos y energéticos, entre otros), un mayor grado de integración económica traerá beneficios para ambos países y para la región en su conjunto. En este contexto, es posible identificar al menos cinco retos que incidirán en el futuro económico de la región.

1. El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), ¿se ratificará? ¿De ser así, cómo aprovecharlo cabalmente?

2. La Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) que negocian Estados Unidos y la Unión Europea. Si estas negociaciones prosperan, cada país de América del Norte tendrá su propio acuerdo comercial con la Unión Europea. Sin una coordinación estrecha, se corre el riesgo de que el comercio  se desvíe y las cadenas productivas se segmenten.

3. El nacionalismo creciente y los riesgos de proteccionismo en Estados Unidos. El ascenso político del candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, tiene su base en una creciente insatisfacción alimentada por el estancamiento de salarios, la concentración del ingreso, el temor a la globalización y el pesimismo. Aun si pierde Trump, las condiciones que favorecieron su notoriedad seguirán presentes.

4. La infraestructura inadecuada. México no podrá seguir aprovechando adecuadamente el TLCAN ni los grandes acuerdos comerciales en ciernes si sigue invirtiendo en infraestructura menos que otros países de América Latina, China e India.11

5. La corrupción en México y la deteriorada imagen de México en Estados Unidos.12

 

Qué y cómo hacerlo

 

La economía y el comercio son componentes esenciales de la política exterior. En sus relaciones con el resto de los países de América del Norte, México debe promover acciones conjuntas para favorecer los flujos comerciales de bienes y servicios, inversiones y capital humano. Ello es vital para la prosperidad y, por ende, la seguridad del país. No hay recetas mágicas para enfrentar los retos que impone la relación económica de México con Estados Unidos y entre los tres países de la región, pero sí se puede actuar en los ámbitos nacional, bilateral y regional para consolidar la inserción de México en América del Norte. Se esbozan a continuación algunas ideas sobre esta temática compleja.